Todos hemos pasado por esa terrible etapa de duelo, ese miedo a ser rechazados nos afecta a veces demasiado y nos hace hacer cosas que quizá, ni siquiera estarían escritas en una película.
Te la pasas recordando la compañía de tu expareja –“Que pasaría si hubiera venido de vacaciones conmigo”-, esos arrepentimientos de acciones que quizá no hiciste mientras estuviste con tu pareja –“Me iba a vivir a París con ella, dejando todo. Quedamos de vernos un 31 de diciembre en la torre Eiffel, al final decidí no ir. Lo que no sabía era que ella, si estaría ahí ese 31 de diciembre”-; esas noches que te desvelas imaginando que estará haciendo y el porque no tiene las mismas ganas de hablar contigo, que tu.
Todos estos sentimientos que no solo afectan tus estados de animo, si no, tu desempeño en el trabajo y hasta tu relación con amigos y familia.
Pero, para entender el funcionamiento de una ruptura tenemos que ir un poco más a fondo, más allá de nuestras vivencias. Diversos estudios han demostrado que el amor es casi literalmente como una droga, parecida a la cocaína o heroína.
Cada vez que nos enamoramos soltamos niveles de serotonina y el cerebro se inunda de dopamina, lo cual crea fuertes vínculos en nuestras mentes, entre placer y el deseo (quizá el más fuerte de derribar).
De acuerdo con un estudio de Journal of Neurophysiology y la antropóloga Helen E. Fisher la adicción a las drogas es muy parecida a la obsesión con drogas potentes.
Esto explica que, estas sensaciones de desapego que sentimos tan intenso son porque el área del cerebro que se activa cuando nos drogamos, se activa de la misma manera a la persona.
La conclusión que llegaron todos estos estudias a lo largo de los años es que, se necesitan pasar once semanas (tres meses) para que tu cuerpo se acostumbre a no recibir estos niveles de “felicidad”.
Sabemos que a nadie se nos ha hecho fácil dejar ir a la persona que consideramos como, el amor de nuestras vidas, o la persona perfecta para nosotros, tienes que dejar que tu cuerpo se desintoxique de estos golpes de felicidad que te daba tu expareja y enseñarle a tu cuerpo y mente que tu puedes conseguir estos mismos niveles con ayuda de amigos, familiares y lo más importante, contigo mismo.